Esta calle está relacionada con uno de los temas más usados por Antonio Machado.
El término “sueño” es uno de los más usados en la poesía de Machado, es una palabra que está relacionada con las imágenes alrededor del cual opera la poesía del poeta, las llamadas “palabras clave”.
Su característica distintiva está en la repetición incesante y obsesiva; pero lo que realmente es el “sueño” para Machado es difícil definirlo. El punto de partida que hay es que existen características fisiológicas de un sueño.
El soñar para Machado es una forma de expresar la melancolía, llegando a verse mucha importancia de este término en sus poesías.
Esto explica por qué recurre a este término en su obra “Soledades”, donde escribe las emociones íntimas de la pena, de los recuerdos de melancolía y de los caminos de la exploración interior. Pero este “sueño” también representa una especie de “trasmundo poético “.
Además también lo usa en su obra “Campos de Castilla” en su poesía titulada “Sueño”, donde se puede observar que objetivamente tiene una frecuencia de cuatro veces mayor que el de la lengua hablada, aunque en “Soledades” aumenta a quince veces.
Y no solo lo usa en esas obras, también tiene más poemas con este término.
SUEÑO INFANTIL
Una clara noche
de fiesta y de luna,
noche de mis sueños,
noche de alegría
—era luz mi alma
que hoy es bruma toda,
no eran mis cabellos
negros todavía—,
el hada más joven
me llevó en sus brazos
a la alegre fiesta
que en la plaza ardía.
So el chisporroteo
de las luminarias,
amor sus madejas
de danzas tejía.
Y en aquella noche
de fiesta y de luna,
noche de mis sueños,
noche de alegría,
el hada más joven
besaba mi frente...
con su linda mano
su adiós me decía...
Todos los rosales
daban sus aromas,
todos los amores
amor entreabría.
ERA UN NIÑO QUE SOÑABA
Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!
LOS SUEÑOS
El hada más hermosa ha sonreído
al ver la lumbre de una estrella pálida,
que en hilo suave, blanco y silencioso
se enrosca al huso de su rubia hermana.
Y vuelve a sonreír porque en su rueca
el hilo de los campos se enmaraña.
Tras la tenue cortina de la alcoba
está el jardín envuelto en luz dorada.
La cuna, casi en sombra. El niño duerme.
Dos hadas laboriosas lo acompañan,
hilando de los sueños los sutiles
copos en ruecas de marfil y plata.
SUEÑO
Desgarrada la nube; el arco iris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.
Desperté. ¿Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso.
...¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris!
¡el agua en tus cabellos!...
Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.